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Mostrando entradas de febrero, 2010

...o de todo lo que hice para no sentar el culo en la silla...

Sólo quien se haya privado de salir durante un mes para preparar un final puede entender las sensaciones que nos atraviesan en medio de esa instancia. Sólo quien se haya colgado por más de media hora mirando el calendario con la lapicera en la boca y haciendo cálculos ilógicos, puede comprender la contradicción de los deseos que nos acechan en época de “preexamen”. Porque por un lado queremos que el tiempo avance y estar ya recibiendo la libreta firmada con una buena nota y sonrisita cómplice del profesor, pero por el otro queremos que el tiempo se detenga, que dejen de sucederse los días, las horas y los minutos, porque sabemos (sí, sí, estamos seguras) de que a este paso no aprobamos ni en pedo, que si no nos ponemos las pilas YA, esas tres semanas que quedan hasta el final van a ser las peores de nuestras vidas y que el día antes vamos a decidir no presentarnos. De cuarta. Se sabe: durante la época de preparación de un examen se nos ocurren las cosas más insólitas, como ordenar el ...

La otra mejilla

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"Cultivo una rosa blanca en junio como en enero para el amigo sincero que me da su mano franca. Y para el cruel que me arranca el corazón con que vivo, ni cardo ni ortiga cultivo. Cultivo una rosa blanca" José Martí y la primera poesía que supe de memoria

Un cacho de cultura!!!!!

Y después de haber estado viajando en micro más de 55 horas, después de haber admirado paisajes hermosos, donde el cielo realmente es celeste, el agua azul - azul (o verde en "La laguna verde") y las montañas se parecen a esas que dibujaba de chiquita. Después de conocer mucha gente con buena onda, siempre dispuesta a entregar algo, ya sea una sonrisa, una historia o un mate medio lavado. Después de respirar verdadero oxígeno y de que, de tanto caminar, me dolieran partes de las piernas que yo ni sabía que tenía. Después de haberme reído a carcajadas por pavadas y de bailar arriba de una mesa... En pocas palabras: después de haber pasado unas hermosas vacaciones, he retornado a la gran ciudad, ¡a la metrópolis!, a mi Buenos Aires querido, en donde la temperatura ronda los treinta y pico de grados y la cara de la gente no es tan risueña. Lo malo: volver al trabajo; lo bueno: que hay aire acondicionado. Lo malo: tener que volver a adentrarme en la preparación de una materia par...