El Iser y el Ego *

“¿Letras?” me preguntaba la gente, con cara de estar oliendo feo, cuando decía qué era lo que iba a estudiar. Incluso mis padres (ambos egresados de esta carrera) se sorprendieron un poco: supongo que veían escapar sus esperanzas de pasar una vejez tranquila en un geriátrico lindo… Mis tíos querían que estudiara Ciencias de la Educación o Sociología, decían que era parecido pero “más científico”. Nunca entendí cuáles eran las similitudes… Pero hice la mía. Estudié Letras y me recibí en diciembre de 2010, a los 25 años. 
Inmediatamente los cuestionamientos sociales pasaron a ser otros: “¿y estás buscando trabajo de tu carrera?”. No, no estoy buscando trabajo relacionado con lo que estudié. En parte ya lo hago, soy investigadora del Área de Artes Escénicas en el Centro Cultural de la Cooperación pero, como eso es ad honorem, no cuenta. Para mantenerme trabajo de recepcionista en una oficina. Soy Profesora y Licenciada en Letras y me gustaría trabajar de eso, pero tengo que comer, pagar el alquiler y básicamente vivir, así que no me desespero por el clamor popular que pide que cambie de trabajo. 
“¿Otra carrera?” fue la pregunta que más escuché en el último tiempo. No se entendía mucho cómo, después de pasar mis últimos años dentro de la UBA, quería seguir estudiando. Pero quise y quiero, y después de explicar muchas veces que si entraba al ISER no era para ser Locutora sino Guionista, volví a hacer la mía y acá estoy. 
Los miedos que puedo llegar a tener, aunque resulte una paradoja, no me asustan. Son los mismos que tuve antes de estudiar mi otra carrera (¿se necesitarán guionistas profesionales en este país?, ¿conseguiré trabajo?, ¿mi título será tenido en cuenta por alguien?) y sin embargo sobreviví. Y me arriesgo a decir que la disfruté y hasta que estoy muy contenta con mi camino recorrido. 
Por eso aquí estoy, ¿para acumular títulos que no le interesan a nadie?, ¿para morirme de hambre? Sí, puede ser. Pero también para demostrar y demostrarme que la pasión por lo que a uno le gusta puede ser más importante que los prejuicios sociales. Y porque desde que mi hermana me enseñó a leer a los 4 años supe que la lectura y la escritura iban a formar parte de mi vida para siempre.

*Otra consigna donde había que hablar de un@ mism@. Esta vez, para Taller de Escritura. Se pedía una presentación del alumno incluyendo competencias e inquietudes sobre la carrera y la materia.

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