...o de todo lo que hice para no sentar el culo en la silla...
Sólo quien se haya privado de salir durante un mes para preparar un final puede entender las sensaciones que nos atraviesan en medio de esa instancia. Sólo quien se haya colgado por más de media hora mirando el calendario con la lapicera en la boca y haciendo cálculos ilógicos, puede comprender la contradicción de los deseos que nos acechan en época de “preexamen”. Porque por un lado queremos que el tiempo avance y estar ya recibiendo la libreta firmada con una buena nota y sonrisita cómplice del profesor, pero por el otro queremos que el tiempo se detenga, que dejen de sucederse los días, las horas y los minutos, porque sabemos (sí, sí, estamos seguras) de que a este paso no aprobamos ni en pedo, que si no nos ponemos las pilas YA, esas tres semanas que quedan hasta el final van a ser las peores de nuestras vidas y que el día antes vamos a decidir no presentarnos. De cuarta.
Se sabe: durante la época de preparación de un examen se nos ocurren las cosas más insólitas, como ordenar el ...
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