Familias. La tuya, la mía, las nuestras.
Ayer a la mañana descubro por casualidad el blog de la princesa montonera. Yo ya sabía un poco su historia por textos que leí y obras que vi en el dvd de Teatro x la Identidad. La princesa montonera es hija de desaparecidos, es politóloga, y hace 10 años que logró encontrar a su hermano, pero su historia con él no se dio como una puede suponer que se va a dar: el encuentro no fue demasiado feliz. Las leo y sus palabras me conmueven profundamente, escribe de una forma tan atractiva que dan ganas de seguir. Mientras se me forma un nudo en la garganta para no llorar (porque estoy en el trabajo y no tengo intenciones de dar rienda libre a mi conmoción) escucho cómo sí lo hace Enrique.
Enrique llora en una oficina privada mientras habla por teléfono con alguien que seguro lo llamó porque el domingo su hija hubiera cumplido 30 años. Florencia murió hace cinco meses atropellada por un tren. Tengo ganas de ir a decirle a Enrique que me parece un tipazo, que lo admiro por su entereza, que no está solo, que comparto su dolor, pero no me sale. Me da vergüenza o no sé qué es lo que me da, pero me callo. Me doy cuenta cómo muchas veces me cuesta decir lo que siento, sobre todo las cosas lindas, como si algo adentro me impidiera demostrar la emoción…
A la noche voy, como todos los miércoles, a la casa mi viejo. Apenas llego, él me abaraja con una frase como ésta: “no sabés la historia que me pasó hoy”. Y ahí nomás me cuenta que una chica lo miraba en el subte y que después se la volvió a cruzar en la parada del 85. Y que esa chica le preguntó si él era quién es y él le dijo que sí. Y resulta que esa chica era la ex esposa de mi tío, el hermano de mi papá, y la habíamos visto una sola vez de casualidad en la cancha. Mi papá y mi tío hacía añares que no se hablaban y sólo los unía Gimnasia, en los últimos 20 años las únicas veces que lo vi a él fueron en tribunas, locales o visitantes, pero siempre viendo al Lobo. Allí se saludaban con un frío apretón de manos y allí también conocí a mi prima. Mi papá y mi tío hacía añares que no se hablaban y ya no van a volver a hacerlo porque mi tío hace aproximadamente 3 años que se murió. Mi viejo me lo dice y yo lo abrazo, le digo “tu hermano se murió, papá” y él me contesta “sí, y no sentí un carajo”. Me lo dice con culpa y admite que lo primero que pensó fue que la casa donde vive (que era de mi abuela cuando estaba viva) ahora le quedaba para él. Le reconozco que yo también lo pensé. Me cuenta que mi tío murió chupado, borracho, como estuvo toda su vida, alcohólico sin cura… ¿o quizás la podría haber tenido? Papá se reprocha no haber hecho algo más, le digo que ya está, que él tampoco se dejaba ayudar. También me dice que esta chica (la ex esposa) después se casó con uno de mis primos, sí, como si fuera una novela, uno de los hijos grandes que mi tío tenía en Israel vino a la Argentina y se casó con esta mina, y ambos lo echaron a la calle al borracho de mi tío. Pero esta chica también le dijo a mi papá que se estaba divorciando de mi primo, que estaba muy loco. No tuve que hacer demasiado esfuerzo para creerle.
Cuando me acosté a dormir, mientras pensaba en escribir todo esto hoy, se me cayó una lágrima y al fin, tímidamente, por primera vez en el día, lloré. Lloré por la princesa montonera que nunca pudo tener a sus padres con ella, lloré por su hermano, a quien le robaron durante mucho tiempo su identidad, lloré por el sector de hijos de puta de esta sociedad que todavía miran con indiferencia los atroces crímenes de lesa humanidad. Lloré por Enrique y su familia, y por la existencia truncada de una chica joven. Lloré por la vida de mierda que tuvo mi tío, lloré por mi viejo, que ya no tiene ni padres ni hermano. Y lloré por ellos dos, que no pudieron quererse.
Enrique llora en una oficina privada mientras habla por teléfono con alguien que seguro lo llamó porque el domingo su hija hubiera cumplido 30 años. Florencia murió hace cinco meses atropellada por un tren. Tengo ganas de ir a decirle a Enrique que me parece un tipazo, que lo admiro por su entereza, que no está solo, que comparto su dolor, pero no me sale. Me da vergüenza o no sé qué es lo que me da, pero me callo. Me doy cuenta cómo muchas veces me cuesta decir lo que siento, sobre todo las cosas lindas, como si algo adentro me impidiera demostrar la emoción…
A la noche voy, como todos los miércoles, a la casa mi viejo. Apenas llego, él me abaraja con una frase como ésta: “no sabés la historia que me pasó hoy”. Y ahí nomás me cuenta que una chica lo miraba en el subte y que después se la volvió a cruzar en la parada del 85. Y que esa chica le preguntó si él era quién es y él le dijo que sí. Y resulta que esa chica era la ex esposa de mi tío, el hermano de mi papá, y la habíamos visto una sola vez de casualidad en la cancha. Mi papá y mi tío hacía añares que no se hablaban y sólo los unía Gimnasia, en los últimos 20 años las únicas veces que lo vi a él fueron en tribunas, locales o visitantes, pero siempre viendo al Lobo. Allí se saludaban con un frío apretón de manos y allí también conocí a mi prima. Mi papá y mi tío hacía añares que no se hablaban y ya no van a volver a hacerlo porque mi tío hace aproximadamente 3 años que se murió. Mi viejo me lo dice y yo lo abrazo, le digo “tu hermano se murió, papá” y él me contesta “sí, y no sentí un carajo”. Me lo dice con culpa y admite que lo primero que pensó fue que la casa donde vive (que era de mi abuela cuando estaba viva) ahora le quedaba para él. Le reconozco que yo también lo pensé. Me cuenta que mi tío murió chupado, borracho, como estuvo toda su vida, alcohólico sin cura… ¿o quizás la podría haber tenido? Papá se reprocha no haber hecho algo más, le digo que ya está, que él tampoco se dejaba ayudar. También me dice que esta chica (la ex esposa) después se casó con uno de mis primos, sí, como si fuera una novela, uno de los hijos grandes que mi tío tenía en Israel vino a la Argentina y se casó con esta mina, y ambos lo echaron a la calle al borracho de mi tío. Pero esta chica también le dijo a mi papá que se estaba divorciando de mi primo, que estaba muy loco. No tuve que hacer demasiado esfuerzo para creerle.
Cuando me acosté a dormir, mientras pensaba en escribir todo esto hoy, se me cayó una lágrima y al fin, tímidamente, por primera vez en el día, lloré. Lloré por la princesa montonera que nunca pudo tener a sus padres con ella, lloré por su hermano, a quien le robaron durante mucho tiempo su identidad, lloré por el sector de hijos de puta de esta sociedad que todavía miran con indiferencia los atroces crímenes de lesa humanidad. Lloré por Enrique y su familia, y por la existencia truncada de una chica joven. Lloré por la vida de mierda que tuvo mi tío, lloré por mi viejo, que ya no tiene ni padres ni hermano. Y lloré por ellos dos, que no pudieron quererse.
Esto te marcó, de la manera que sea; te dispuso un día diferente y tú mañana arrancó con otro vuelco. La lágrima se basa en un recuerdo, en una angustia, en una incógnita, en un arrepentimiento, en un rencor, en una alegría.
ResponderEliminarY eso será, quizás, lo que te pasó o no?
Mil felicitaciones, lográs emocionar, y eso, está bueno!
Te quiero mucho!
Lucía
Leo esto y estoy llorando con vos y por lo que vos llorás, pero eso no es suficiente, siempre es poco el amor... siempre es incompleto... pero aún así, es lo único que tenemos para dar y lo único que querríamos conservar si pudiéramos elegir lo que nos llega en nuestra vida. Y es por eso que vale, para aquellos a los que roza, tu gesto... de Amor.
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